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Solamente las personas que han sufrido en sí mismas o en algún miembro de su familia un trastorno de fobia social, saben hasta qué punto puede ser limitante y afectar a la calidad de vida. La influencia de la actividad social en la salud mental es muy profunda.
La fobia social, también conocida como trastorno de ansiedad social aparece en ocasiones al mismo tiempo que otros estados como la depresión o la ansiedad. El primer paso para superarla es ser plenamente consciente del problema. Y segundo, contar con la ayuda de un buen profesional de la psicología que realice un diagnóstico y nos ayude con un tratamiento.
Es importante saber que, afortunadamente, la fobia social se puede diagnosticar y tratar. Un especialista puede establecer un tratamiento que mejore notablemente la conducta del paciente y, en la mayoría de los casos, elimine completamente el problema.
Para profundizar en este tema, entrevistamos a Francisco Hidalgo, director del centro Avannza Psicólogos de Sevilla y una voz experta en la materia. Según Hidalgo, “cuando en el círculo de la persona afectada existe la sospecha de un problema de fobia social, es crucial buscar la ayuda de un buen profesional”. Con más de dos décadas de experiencia en Sevilla y una especialización en Psicología General Sanitaria y Mediación Familiar, Hidalgo destaca la importancia de un diagnóstico preciso y un tratamiento personalizado para cada paciente. “El acompañamiento experto es fundamental para la recuperación”, añade.
Cualquier persona puede pasar por una fase de la vida en las que necesite aislarse de su entorno social. Hay que saber distinguir esta situación puntual, y de la que se puede salir tras un cierto tiempo, de lo que es la complicación más grave y permanente que nos ocupa en este post.
La fobia social se caracteriza por un trastorno de ansiedad que se manifiesta por un miedo intenso y persistente a situaciones sociales. Esto sucede a menudo cuando hay que demostrar un desempeño y la persona teme ser juzgada, evaluada negativamente o avergonzada.
Este miedo puede ser tan abrumador que interfiera significativamente en la vida cotidiana de la persona. Así puede afectar el desarrollo de las actividades diarias, las relaciones personales y el rendimiento en el trabajo o la escuela.
Se debe ser consciente de la aparición de este trastorno para reaccionar y buscar ayuda. Normalmente son los familiares y las personas más cercanas al individuo que desarrolla una fobia social, quienes se pueden dar cuenta de su aparición.
Por eso vamos a mostrar algunos de los síntomas más comunes para que sirvan de ejemplo en caso de alerta.
- Ansiedad intensa en situaciones sociales. Aparece cuando se sufre un miedo extremo en escenarios donde se requiere interactuar con otros, como reuniones sociales, citas, hablar en público o incluso actividades cotidianas como comer con los compañeros de trabajo.
- Miedo al juicio. Es muy común que aparezca un temor persistente de ser juzgado, criticado o ridiculizado por otros. En consecuencia, se sufre una gran inseguridad.
- Evitación de situaciones sociales. A menudo, las personas con fobia social evitan situaciones donde podrían sentirse incómodas o ansiosas como un encuentro con compañeros tras el trabajo, o rehuyen reuniones familiares extensas.
- Síntomas físicos de ansiedad. La angustia que la persona sufre se somatiza. Aparecen sudoración, temblores, enrojecimiento, palpitaciones, náuseas y/o dificultad para hablar.
¿Cuáles son sus tratamientos?
Solo un especialista en psicología está capacitado para proponer un tratamiento.
Francisco Hidalgo nos explica que el tratamiento puede incluir terapia cognitivo-conductual (TCC), la cual ayuda a las personas a cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento que contribuyen a su ansiedad. “La TCC es una de las formas más efectivas de tratamiento”, afirma Hidalgo. “Programas intensivos pueden mostrar mejoras significativas en unas 12 a 16 semanas, aunque en algunos casos graves el tratamiento puede durar meses”.
Hidalgo también subraya la utilidad del apoyo de grupos de autoayuda y técnicas de relajación. “En algunos casos, puede ser necesario el uso de medicación como antidepresivos o ansiolíticos”, comenta. Además, resalta la importancia de contar con una red de apoyo sólida: “Tener amigos, familiares y grupos de autoayuda facilita enormemente la recuperación del paciente”.
En algunos casos, puede requerir medicación como antidepresivos o ansiolíticos.
En todos los casos, contar con una red de apoyo sólida, como amigos, familiares y grupos de autoayuda, facilita la recuperación.