Fuerza de voluntad, motor vital

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La fuerza de voluntad, motor vital - Unsplash Alexis Brown

Hablamos de la fuerza de voluntad, porque en los últimos años, los estudios psicológicos muestran que es un motor de la vida, mucho más decisivo de lo que pensamos. Pero no hace falta la ciencia para ser conscientes del tremendo impacto que esta virtud ofrece. Todos conocemos a algún compañero de clase, que sin ser el más dotado intelectualmente, sin contar con fuertes recursos personales, mostraba un empeño y una motivación que le hacía superarse. Son personas que a la larga, les suele ir bien.

A menudo se compara la voluntad con la inteligencia. Normalmente se ha defendido que esta última es la que más influye en el éxito personal, además de las circunstancias de la vida, claro está. Pero ¿Y si la fuerza de voluntad fuera en realidad, más importante que la inteligencia para alcanzar nuestras metas personales? ¿Qué es exactamente? ¿Cómo podemos fortalecerla?

¿Qué es la fuerza de voluntad?

Hay una frase del gran investigador y premio Nobel de medicina Santiago Ramón y Cajal que muestra el impacto de la voluntad en las personas. “Si hay algo en nosotros verdaderamente divino, es la voluntad. Por ella afirmamos la personalidad, templamos el carácter, desafiamos la adversidad, reconstruimos el cerebro y nos superamos diariamente”.

Existen dos procesos psicológicos claves, que explican qué es la fuerza de la voluntad.

Por un lado, en psicología se habla del concepto de motivación, entendido como, ante un estímulo, la capacidad de mantener una conducta determinada con un esfuerzo prolongado en el tiempo para conseguir una meta.

Por otro, se sabe que determinadas emociones positivas, la ilusión, la esperanza, la pasión, son decisivas para conseguir mantener la fuerza de la motivación.

Si nos paramos a analizarlo en detalle, un acto de voluntad importante, de los que cambian la vida, empieza por la libertad de elegir un camino. Y para esto tenemos que saber bien lo que queremos, así que hay un proceso de madurez inicial, algo así como tener muy claro qué es lo que queremos. Le sigue el preparar un plan, saber cuál es el camino que vamos a tomar para perseguirlo. Comprometerse con esfuerzo en una acción que puede durar mucho tiempo. Con paciencia pero con ilusión, fuerza motora. Y esto implica también renuncia, renuncia a lo cómodo, a lo fácil a lo que hace todo el mundo porque forjamos nuestro propio camino. Y finalmente esta la meta, la esperanza de llegar a algún puerto, sin desfallecer.

Fuerza de voluntad e inteligencia

Durante décadas se ha estudiado a fondo la inteligencia y sus diferentes variantes. Empezando la inteligencia emocional, pero siguiendo la matemática, o la lingüística entre otras.Se perfeccionaron test para medirla y se aplicaron a personas que habían alcanzado éxito en sus vidas profesionales. Pero estos estudios se encontraban en ocasiones con individuos que no eran especialmente destacados por sus capacidades intelectuales e inteligencia y que sin embargo triunfaban en campos muy variados.

Hoy en día se considera que aunque la inteligencia es importante, la fuerza de voluntad es más decisiva para los logros personales o profesionales. La capacidad de perseguir metas, de levantarse cada vez que se sufre un revés, de creer en que el esfuerzo merece la pena, porque en algún momento llegaremos donde queremos estar. 

¿Cómo desarrollar más fuerza de voluntad?

Hasta hace pocas décadas se pensaba que la estructura del cerebro era más o menos fija a partir de la edad adulta. Hoy sabemos, gracias a los estudios de neurociencia, que en realidad el cerebro goza de plasticidad en todas las etapas de la vida. Es decir, surgen nuevas ramificaciones neuronales y se pueden potenciar capacidades cognitivas, y también rasgos de carácter, incluyendo la voluntad.

No es fácil, pero la capacidad para desarrollar la fuerza de voluntad existe en todos nosotros. Es una especie de músculo, que se puede entrenar con ejercicio.

Construir hábitos progresivamente

Como en el deporte se entrena empezando poco a poco, con pequeños logros, creando un hábito gradual. Por ejemplo, si estamos determinados a aprender un idioma o a desarrollar nuestra capacidad a través de un hobbie. En este caso mejor comprometernos en un primer momento con dedicarle 10 o 15 minutos todos los días, que realizar un esfuerzo de un par de horas cada dos o tres días. En el mismo momento de la jornada para que ese esfuerzo cale de manera progresiva y siendo constantes durante un curso entero. Después de un año, por ejemplo, será más fácil ir un  poco más allá y aumentar las sesiones de aprendizaje a media hora.

de un aprendizaje gradual y progresivo, a través de la repetición de acciones en las que a veces nos encontramos vencidos, luchamos y caemos, pero donde tenemos la fuerza suficiente para volver a levantarnos. Es como si fuéramos adquiriendo hábitos, requiriendo mucho esfuerzo en los primeros momentos.

Mantener la ilusión

La ilusión y las emociones positivas, hemos visto que son decisivas. Así pues leamos y soñemos de vez en cuando con ese país del que aprendemos su idioma. Proyectemos un viaje cuando estemos preparados o busquemos relaciones con originarios de ese país. Soñemos con lo que vamos a conseguir para mantener esa chispa encendida.

Automotivarnos

Se sabe que las palabras y los pensamientos tienen un impacto enorme en nuestro estado de ánimo. Incluso las palabras y pensamientos que nos dedicamos a nosotros mismos. Así que seamos positivos, no de una manera infantil e ingenua, pero si afianzando nuestra confianza en nosotros mismos.

Luis del Real

Hola, soy Luis del Real, y he creado Saludteca junto a un grupo de expertos del mundo de la Salud y la Alimentación. Durante 30 años he trabajado en la industria agroalimentaria y soy un experto en tendencias de consumidor

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