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Las gominolas, golosinas o chuches se asocian a nuestra niñez. Una fiesta de cumpleaños, las celebraciones de fin de curso, las visitas en vacaciones a casa de los abuelos … Nuestra infancia está llena de recuerdos felices que asociamos a momentos especiales en familia o con nuestros primeros amigos. Y a menudo esos momentos excepcionales se acompañaban por un consumo también excepcional de golosinas.
A los más pequeños les encantan las chuches, gominolas y caramelos. Por su aspecto multicolor, su aroma, los vistosos envases y regalos que a menudo las acompañan, y por supuesto por su sabores dulzones.
Normalmente no existe un problema nutricional en el consumo excepcional de las gominolas, siempre que verdaderamente sea esporádico. El problema de estos productos estriba en que, por falta de conocimiento y concienciación, hay familias que los consumen regularmente. Y cuando pasan a disfrutarse todas las semanas, o varios días a la semana o incluso todos los días, se transforman en un verdadero problema de salud para niños y adolescentes.
¿Cómo se hacen las gominolas?
La mayoría de gominolas se elaboran a través de procesos térmicos en los que se mezclan los siguientes ingredientes:
- Azúcar. Suele ser el ingrediente principal, a menudo más del 80% o el 90% del contenido es azúcar.
- Jarabe de glucosa. Productos que se ontienen por por hidrólisis de almidón y glucosa, de nuevo un azúcar.
- Gelatina de origen animal.
- Aromas industriales.
- Otros aditivos.
En definitiva ingredientes muy poco sanos y calóricos. Y que además tienen un índice glucémico muy alto por lo que a la larga pueden provocar diabetes de tipo 2.
Tipos de golosinas
Existen numerosas presentaciones de este tipo de productos, entre las más populares tenemos:
Caramelos duros o blandos
Forman parte de nuestra cultura desde varias generaciones. Mientras que los primeros se disuelven lentamente en la boca mientras se paladean, los segundos se mastican antes de ser ingeridos.
Piruletas y chupa chups
Son una variante de los caramelos, con evocaciones de frutas y brillantes colores. Están provistos de un pequeño palo para evitar mancharnos las manos al consumirlos. A los más pequeños les encanta poder administrarselos tranquilamente a su ritmo.
Nubes
Estas chuches tienen una textura esponjosa y tierna. Se presentan con colores pasteles que evocan el mundo de los parques de atracciones.
Gominolas clásicas
Hablamos de las chucherias clásicas, con textura blanda para morder y masticar con los dientes. A menudo se presentan en combinaciones de colores y formas infantiles, como los ositos.
La salud de los niños en España
En 2020 se estimaba que el 40% de los niños españoles tiene problemas de sobrepeso u obesidad. Este índice aumenta en las familias con menor nivel de Educación e ingresos. Por ejemplo, los casos más graves de obesidad infantil pasan del 12% para la población general, hasta el 23,2% para el grupo de escolares con familias de menor nivel de ingresos.
Es una cifra muy alarmante y que se asocia a dos factores: una mala alimentación, que incluye un exceso de azúcar. Y la escasa actividad física de algunos pequeños que utilzan en exceso el transporte privado o urbano.
Por supuesto no podemos achacar a las golosinas toda la responsabilidad de estos problemas, pero sin duda forman parte de una corriente general de empeoramiento de la alimentación frente a la generación anterior.
La salud dental y la aparición de caries es otro de los problemas de salud asociados al consumo de chuches. Los datos de incidencia son nuevamente bastante negativos, ya que España es uno de los países europeos con mayor impacto. Se calcula que más de un 60% de la población infantil sufren caries.
Más grave es la predisposición a desarrollar en la edad adulta una diabetes de tipo 2, que se produce por el consumo prolongado de productos azucarados.
Gominolas y chucherías, las trampas del marketing
El mercado de golosinas en España alcanzaba en 2018 una cifra de ventas de casi 600 millones de euros, según un estudio de la consultora DBK. Además se realiza una fuerte exportación, valorada en unos 460 millones €.
Aunque todavía existen numerosas pequeñas y medianas empresas de carácter familiar, los cinco primeros fabricantes alcanzan casi el 50% de cuota de mercado.
El mercado se divide en las siguientes familias de productos:
- Gominolas y otras golosinas 50% del valor total.
- Caramelos 27%
- Chicles 23%
No queremos demonizar esta industria, que desde hace unos años hace un esfuerzo por reducir los problemas nutricionales, especialmente reduciendo el nivel de azúcar de sus productos. Pero lo cierto es que todos sus esfuerzos de marketing se concentran en aumentar su atractivo para niños y adolescentes, y aumentar el consumo ¿Cómo lo hacen?
Publicidad de chuches y gominolas.
Primero, a través de la comunicación publicitaria. Es cierto que en la mayoría de países occidentales existen cada vez más restricciones publicitarias pero las inversiones publicitarias acumuladas son importantes. Existe regulación a diferentes niveles administrativos. En España la más importante es la Ley 17/2011, de 5 de julio, de seguridad alimentaria y nutrición.
Esta norma fija ciertos límites y se refiere al famoso código Paos, que ha sido un sistema de autocontrol de la propia industria, para limitar la comunicación de alimentos y bebidas dirigidos a los más pequeños. Actualmente existe un plan integral para fomentar la alimentación saludable, que pretende ir más lejos. Trabaja en varios frentes, incluyendo una prohibición de la publicidad de alimentos no saludables para menores de 15 años.
Otros trucos de marketing
Los fabricantes no sólo han utilizado la publicidad para promocionar el consumo de gominolas y chuches. Además emplean otros trucos para fomentar las ventas entre niños y adolescentes.
- Fomentando su visibilidad en quioscos, tiendas o en las cajas de salida de los supermenrcados. Resulta muy tentador comprar mientras esperamos ociosamente nuestro turno.
- Diseñando envases y envoltorios muy coloridos y atrayentes. Además los pequeños envases tienen precios unitarios bajos, que facilitan la compra para lso presupuestos de los más pequeños.
- Trabajando el aspecto visual de las chuches. Nuevamente una explosión de formas y colores dificiles de resistir.
- Y finalmente, lo más sibilino e inaceptable, camuflando los productos a través de reclamos asociados con productos más saludables: golosinas con vitaminas, BIO, veganas o sin azúcar añadido. Ninguno de estos atributos compensa ni de lejos, la mala valoración nutricional de las chuches.