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La neurociencia ha hecho grandes avances en los últimos años. Uno de sus logros ha sido identificar la hormona de la felicidad, o mejor dicho las hormonas de la felicidad. Nos referimos a cuatro tipos de moléculas que actúan como mensajeros químicos entre las células, con una influencia enorme en la actividad neuronal. Y, por ende, en los estados de ánimo de las personas.
Estos cuatro mosqueteros del buen ánimo son la dopamina, las endorfinas, la oxitocina y la serotonina. De hecho, algunos estados depresivos y algunas enfermedades mentales pueden estar relacionadas con déficit hormonales.
Pero más allá de personas con un problema específico de segregación de hormonas, cabe preguntarse si para la mayoría de la población conseguir ser más feliz ¿es una cuestión de los niveles de hormonas que cada uno tiene? Recordaremos la célebre novela “Un mundo feliz” de Aldous Huxley para reflexionar sobre esta cuestión.
¿Cuál es la hormona de la felicidad?
Pues como decíamos no hay una, sino cuatro hormonas que están especialmente relacionadas con el estado anímico que sentimos. Vamos a repasarlas y a entender su función y ¿cómo se segregan?
Las endorfinas
Empezamos por una de las más conocidas y que se generan en dos órganos del cerebro, el hipotálamo y la glándula pituitaria. Las endorfinas actúan como analgésicos naturales, reduciendo la sensación de dolor físico y generan sensaciones de bienestar, calma y placer.
Su función no es simplemente regular el estado de ánimo, además, está relacionada con la regulación del apetito y el sueño. Su deficiencia puede producir estados de depresión y/o desequilibrio emocional.
Estas sustancias químicas son producidas por el cuerpo en respuesta a ciertos estímulos, como el ejercicio físico, el sexo y actividades sociales agradables. Hay alimentos que influyen en su segregación:
- Alimentos ricos en triptófano, como carne de pavo o pollo, salmón, huevos, frutos secos, plátanos, aguacates y productos lácteos.
- Alimentos ricos en magnesio. Lo podemos obtener de frutos secos, legumbres, semillas (como las de girasol y las de calabaza), verduras de hoja verde (como la espinaca) y los plátanos.
- Chocolate negro, que demás de tener magnesio cuenta con otras sustancias favorecedoras, como la teobromina y la feniletilamina.
- Alimentos picantes. Algunos estudios sugieren que algunos de sus componentes pueden estimular la liberación de endorfinas. El chile es un buen ejemplo.
No existen complementos alimenticios o medicamentos que contengan endorfinas en sí mismos, ya que estas sustancias solo son producidas naturalmente por el cuerpo humano. Sin embargo, existen algunos productos en el mercado que afirman aumentar los niveles de endorfinas en el cuerpo, como suplementos de triptófano, suplementos de magnesio y algunos productos herbales.
La dopamina
La liberación de dopamina está estrechamente relacionada con la actividad del sistema de recompensa del cerebro, que es responsable de la sensación de placer y satisfacción. Sirve para aumentar la frecuencia y presión cardíaca, la actividad motora y mejorar la atención. En cambio, su nivel debe descender por la noche para poder conciliar el sueño fácilmente.
Cuando experimentamos algo placentero, como comer algo delicioso o recibir una recompensa, se libera dopamina en el cerebro, lo que refuerza el comportamiento y nos hace querer repetirlo.
Se ha hecho famosa porque el uso de redes sociales puede desencadenar su liberación en respuesta a la retroalimentación positiva. Típicamente cuando obtenemos «me gusta» y comentarios favorables. Es una de las razones de la adicción que provoca.
Es importante tener en cuenta que la dopamina no solo se genera en el cerebro, sino también en otras partes del cuerpo, como los riñones, el hígado y el tracto gastrointestinal. Además, los niveles de dopamina pueden ser afectados por factores como el estrés, la falta de sueño y algunos medicamentos.
Hay varias enfermedades del sistema nervioso asociadas con disfunciones del sistema de dopamina. Una de ellas es la enfermedad de Parkinson y la depresión. Existen medicamentos que pueden ayudar a que aumente su nivel de segregación.
La dopamina se produce a partir de un aminoácido llamado tirosina, que se encuentra en alimentos ricos en proteínas, como la carne, el pescado, los huevos y los lácteos.
La oxitocina
Considerada como la “hormona del amor”. Todos los padres la conocen ya que sus niveles aumentan fuertemente en las mujeres para provocar el inicio del parto. También posteriormente durante la lactancia materna favoreciendo el estrecho vínculo entre madres e hijos.
La oxitocina se produce en el hipotálamo y se libera por la glándula pituitaria. Es conocida como la «hormona del amor» o la «hormona del apego» debido a su papel en la promoción de sentimientos de confianza, empatía, conexión social y apego en las relaciones humanas.
No solo la segregan las mujeres, también los hombres. Se libera en el torrente sanguíneo en respuesta a ciertos estímulos, como el contacto físico, una razón más para abrazar a menudo a nuestros seres queridos.
Los estímulos emocionales, afectivos y las relaciones sexuales son otras situaciones que favorecen su presencia.
Algunos alimentos ayudan a que se pueda liberar:
- Los ricos en triptófano, que hemos visto relacionados con las endorfinas.
- Aquellos con magnesio, nuevamente comunes con las endorfinas.
- Alimentos ricos en ácidos grasos omega-3. Pescados grasos como el salmón, el atún, las sardinas, el aceite de linaza. Las nueces y las semillas de chía.
Se está investigando su uso potencial en el tratamiento de trastornos psiquiátricos, como la ansiedad, la depresión y el trastorno del espectro autista.
La serotonina
La serotonina es el último neurotransmisor más relacionado con el estado de ánimo. Como el resto de las que hemos visto además de afectar anímicamente tiene otras funciones tales como afectar al ritmo del sueño y al apetito.
Esta hormona se puede encontrar en el sistema nervioso central pero también en el tracto gastrointestinal. Al que se conoce cada vez más, como el segundo cerebro del organismo, por la gran cantidad de neuronas que acoge.
Sus niveles pueden variar de manera natural pero también por el ejercicio físico, la alimentación y el estrés. Un factor especialmente importante es la exposición a la luz solar, su falta explica en parte los estados depresivos que algunas personas tienen en los meses de invierno en los países más al norte.
¿La felicidad depende de una hormona?
Hemos visto el gran impacto que el equilibrio hormonal tiene en la estabilidad emocional, pero cabe preguntarse: ¿el sentimiento de plenitud y satisfacción en la vida es simplemente una cuestión de equilibrio químico?
Existe una gran contradicción en esta época en la que existen tasas de ansiedad y enfermedad mental superiores a las de una generación atrás y al mismo tiempo se prescriben más ansiolíticos que nunca. ¿Hay otros factores que estamos dejando de lado, más allá de la cuestión química? ¿Vamos hacia una sociedad «dopada», como en la inquietante obra «Un mundo feliz» de Aldous Haxley? Emplazamos a los lectores interesados a seguir leyendo un próximo artículo sobre este tema.